Una simple búsqueda en Google sobre libros peligrosos o prohibidos da un resultado gigantesco, libros considerados perniciosos para la salud -física o mental- los hay para aburrir. Todos conocemos algún ejemplo, a mí me vienen a la cabeza títulos como ‘La Biblia Satánica’ de Anton LaVey o ‘El Necronomicón’ de Abdul Alhazred, pero son solo mitos o leyendas, no hay nada de verdad ahí.
Sin embargo, la imagen que encabeza el artículo corresponde a un libro que, literalmente y con una alta probabilidad, te mataría sin la necesidad de verlo o tocarlo, incluso sin estar cerca de él. Se trata del cuaderno de notas de la excelente y archiconocida científica Marie Curie (1867-1934), contaminado por la radiación emitida por el Radio 226 (226-Ra) –de donde viene el término radioactividad– que durante décadas estudió junto a su marido Pierre (1859-1906), y que, casi 100 años después, todavía sigue siendo igual de peligroso que el primer día. Y así seguirá siéndolo durante los siguientes 1.500 años, tiempo de vida media del citado isótopo radioactivo.
Los cuadernos de notas de los Curie, junto con el resto de pertenencias de su laboratorio (muebles, ropa…), se almacenan en cajas forradas con plomo en la Biblioteca Nacional de Francia en París, y los visitantes del museo que deseen ver los manuscritos lo pueden hacer, pero con equipos especiales de protección y firmando documentos de renuncia de responsabilidad.
Madame Curie, primera mujer en obtener un premio Nobel y primera persona en conseguir dos en dos especialidades distintas –Física y Química–, murió en 1934 a causa de una anemia aplásica provocada por la radioactividad que ella misma descubrió, y fue enterrada en un ataúd forrado con aproximadamente 2,5 cm de plomo, debido a la radiación que emitía su propio cuerpo.
Un genio de la edad moderna que vivió y murió -literalmente- por y para la ciencia.
Y si os gusta el personaje, no puedo dejar de recomendaros el genial libro de Rosa Montero «La ridícula idea de no volver a verte».