La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, la abolición de los estamentos, la conquista de media europa… El último cuarto del siglo XVIII fue una época agitada y convulsa que desembocaría, tanto que desembocaría en una revolución de la que todavía hoy bebemos: la Revolución Francesa. Este óleo fue pintado en esos años (concretamente entre 1787 y 1789) por Alexandre-Auguste Robineau y en él destacan, ante todo, el duelo de esgrima de sus dos protagonistas, cuyas vidas parecen sacadas de una novela de aventuras.
El Chevalier de Saint Georges
A la izquierda del cuadro, Joseph Bologne, más conocido por su título de caballero de Saint Georges (1745-1799), era hijo de un rico terrateniente francés (George Bologne) y una esclava negra llamada Nanon. Destacó como virtuoso violinista, compositor, director de orquestra, militar y campeón de esgrima. En el ámbito de la música, fue el primer compositor de música clásica negro, llegó a ejercer como profesor de la mismísima María Antonieta (las malas lenguas afirman que hubo algo más entre ellos) y fue propuesto como director de la ópera de París, aunque debido al rechazo de muchos músicos de la época, quienes se negaban a ser dirigidos por una persona de color, finalmente no fue nombrado.
Ya en lo militar, Saint Georges, además de ser un notable oficial, llegó a ser considerado uno de los mejores espadachines de su época, además de ser el primer hombre de raza negra que mandó un regimiento (también de esta raza). Un logro asombroso teniendo en cuenta que en aquella época buena parte del mundo todavía permitía la esclavitud e incluso en la avanzada Francia las personas de otras razas seguían discriminadas y estigmatizadas por buena parte de la sociedad.
Utilizó su talento para imponerse a los prejuicios raciales de una época donde la esclavitud todavía era legan en gran parte del mundo.
El Chevalier d’Éon
Por otra parte, su adversario, aunque viste como adversaria, no le va a la zaga. Charles de Beaumont (1728-1810), también conocido como el caballero de Eón o Madmoiselle Beaumont fue un interesantísimo personaje que destacó como espía, diplomático y militar. Sin embargo, más que su amalgama de talento, lo más curioso fue cómo jugó con el enigma de su propio género; mientras vivió, nadie supo con certeza si era hombre o mujer. Tal llegó a ser el interés generado por este misterio que se llegaron a generar apuestas de más de 100.000 libras en torno al mismo. Y, aunque a partir de sus 49 años se confesó mujer, después de su muerte númerosos médicos corroboraron que, en realidad, se trataba de un hombre. Al parecer, disponía de unos genitales másculinos perfectamente formados, aunque el tamaño de sus pechos y la forma redondeada de sus extremidades fuesen más bien propios del sexo femenino.
Sea como fuere, en su doble vida (sus primeros 49 años los vivió de forma más o menos estable como hombre y los últimos 33 como mujer), conoció a personajes tan legendarios como la zarina de Rúsia, Giacomo Casanova o su contricante en el cuadro: el mencionado caballero de Saint George.
Ambos personajes tienen en común su lucha por defender los derechos derivados de aspectos esenciales de su identidad (la raza y el género) y, tristemente, también tuvieron en común terminar sus dias en la más mísera pobreza.
El duelo de esgrima entre el Chevalier d’Éon y el Chevalier de Saint Georges
Y el duelo en cuestión, aconteció el 9 de abril de 1787 en la Carlton House de Londres y, en un segundo plano, podemos distinguir al Príncipe de Gales, futuro Jorge IV, y sus invitados. Al parecer, el caballero de Eón, viviendo ya como Madmoiselle de Beaumont, se ganaba la vida participando en duelos de esgrima, lo que le llevaron a enfrentarse a uno de los más renombrados duelistas de su época, el polifacético Caballero de Saint George. ¿El resultado de tan singular combate? Las escasas referencias que he podido encontrar sobre el mismo apuntan a una victoria del Chevalier d’Éon. Sea como fuere, el espectáculo tuvo que estar más que garantizado.
La autora Edna Nixon escribió un libro en 1968 profundizando sobre la vida del fabuloso Charles de Beaumont, aunque no he logrado encontrarlo.