Hay quien dice que René Magritte encontró la inspiración para pintar el cuadro «Los amantes» (1928), en el propio suicidio de su madre, cuando él tenía 13 años, pues se arrojó al Sena y, cuando la sacaron del río, tenía el camisón enrollado en la cabeza. No obstante, el propio autor terminó desmintiendo esta teoría.
¿Qué significado tiene entonces esta famosa obra del pintor surrealista?
Hay quien se ha ceñido al más evidente simplismo, queriendo ver en ella la representación del axioma «el amor es ciego«, sin embargo, no conviene detenerse aquí. Pues quizás sea ciego, pero somos nosotros, todos nosotros, quienes cegamos a los demás, incluso a nuestros más allegados, ocultando una parte de nuestro ser, una parte que tememos mostrar. Es por eso que Magritte, pese a mostrar a dos personas besándose, uniéndose en uno de los gestos más íntimos que es capaz de ofrecer el ser humano, hace gala una visión descorazonadora, condenando incluso a los amantes (tal vez los seres humanos más felices), al aislamiento más esencial, a la soledad intrínseca de nuestra propia naturaleza humana.
Curiosamente, también podría interpretarse a sensu contrario. Unos conocidos que se atraen, sin conocerse (de ahí el velo). El amor, como el arte, no necesita de justificaciones; sencillamente sucede.
Sea como fuere, tal vez sea un esfuerzo fútil tratar de hallar algún tipo de justificación o verdad oculta en «Los amantes» de Magritte. Después de todo, el propio autor solía denostar el ahondamiento excesivo en interpretaciones psicológicas de obras artísticas.
[…] Lo que yo pinto, no implica una supremacía de lo invisible sobre lo visible […]
René Magritte
Finalmente, como nota curiosa, el autor creó una serie de cuatro cuadros con el mismo título («Los amantes») y los mismos protagonistas, pero plasmados desde diferentes perspectivas y con distintos comportamientos. El velo que cubre sus cabezas, no obstante, es una constante que permanece en toda la serie.
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